sábado, 21 de marzo de 2009

¿Cómo es la responsabilidad y el deber de un revolucionario frente a los sentimientos personales y sociales visto desde la concepción japonesa a travé

REFLEXIÓN SOBRE TEMA NO FILISÓFICO
NOMBRE: Sebastián Moreno Quimbay
Material: Escena final capítulo 31 “A wish for requite”, Serie Ruroni Kenshin: un espadachín en el romanticismo japonés.
¿Cómo es la responsabilidad y el deber de un revolucionario frente a los sentimientos personales y sociales visto desde la concepción japonesa a través del argumento central de la serie Ruroni Kenshin: un espadachín en el romanticismo japonés?


Dentro de la sublime crisis por la que transitaba Nipón, se encontraba un andante e ingenuo vagabundo; andaba sin prisa alguna, dependiendo nada más que del vaivén del universo. Transitaba sin pesar alguno por la mística tierra que yacía a sus pies, descuidando por completo el inmenso sentir social. ¿Quién era este sujeto? Se interrogaban sin cesar, obviando enteramente la trascendencia de su actuar. El hidalgo vagabundo escondía en su pensar la cruenta historia que jamás se ha podido contar. De calmado espíritu era, sin propiciar daño ni siquiera a una mosca, hombre del común parecía, pues siempre transitaba sin afán alguno, y brotaba de sus labios la más reconfortante sonrisa. Ocultaba en su actuar una pasión llana de emoción, pues en un pasado propició la más temible vorágine del clamor de un pueblo. Era pues, en tiempos remotos, el ser más temible de la civilización japonesa. Contemplaba en su ser la existencia de un destajador, que flamantemente luchó por una nueva restauración. Asesinó sin piedad alguna a todo hombre, mujer y niño antepuesto en su camino; solo tenía en mente la liberación de su deteriorada sociedad. Aliado a los nacionalistas –patriotas- luchó, pues salvación observó en la restructuración de su quebrantado gobierno. Dio muerte al Tokugawa Nipón, dando vida desde sus cenizas al Gobierno Meijí. Culminó esta dolorosa pasión cuando dicha restauración se cumplío, dejando atrás su esencia como funesto asesino, prometiendo como aderezo que de sus manos jamás se volvería a precipitar otra valerosa alma a los soñolientos cielos.
Contados 10 años, en el onceavo de la revolución, el reinsertado asesino profirió visitar la creciente y próxima capital del Nipón, conocida en estos días como la soleada Tokio. Allí se encontró con su candente destino, pues encontró su necesitada afección en la compañía de una hermosa joven, propietaria de un pequeño dojo, quien en mismas condiciones se encontró. No en el ámbito destajador, sino en la búsqueda de un amado ser –familia no tenía, pues defunción presentaron en la transición del Meijí-. Caso ocurrió que entre los dos un fuerte lazo apareció, no sé si de amor se trató, pero sé que afecto existía. La hermosa pareja se constituyó por la damisela Kaoro Kamilla y el vagabundo Kenshin Himura.  
Gran cuestión surgió cuando un movimiento nuevo se consolidó, que amenazaba con funesta tensión todo lo logrado por la naciente nación. El andante espadachín viendo frustrado su situación, marchose en busca de solución dejando atrás su armoniosa relación. Su despedida fue dolorosa para los dos, y es aquí de donde la responsabilidad y deber en el sentido humano sacaré para analizar. Aquí yace mi penitencia:
Escena final capitulo 31: “Un deseo por corresponder” (A wish for requite)
Momentos de crisis se avecinan; en un amargo problema se encuentra el antiguo destajador, no sabe como corresponder a su actuar y mucho menos responder a su corazón. Es eminente el cambio en su nación, y con más contrición de su pasión, consciente está de que sus logros se esfumarán. En su interior el deseo es inquebrantable, ceder no quiere frente a las adversidades. “Hay que hacer algo”, replica en su interior, pues no quiere ver perder sus esfuerzos por una errada concepción. “¿Qué debo hacer?”, es su cuestionable condición, “¿irme y batallar por lo construido por mi con anterioridad o quedarme aquí con ella, donde finalmente logré felicidad?”. Dura dualidad encontró, pero su deber lo llamó.
Como un niño responde al llamado de su madre, el joven espadachín escuchó el auxilio de su patria. Es el atardecer de la nueva era, de apenas 11 años. Es el deber de ciudadano quien se presenta frente a sus visionarios ojos. 
El espíritu de revolucionario se presenta como una necesidad innata a la sociedad, donde el profundo sentir humano se convierte en nada frente al requerimiento de prosperidad. Se trata de un emprendimiento de vida, de cuerpo y mente, entregando todo el haber y todo el poseer de la existencia humana, para lograr el tan esperado bien, que en tantas ocasiones se ha convertido en una utopía mas del género humano. No más, grita el ultrajado; ahí voy, proclama el revolucionario. Queda el espíritu de cambio en todos aquellos seres inconformes con la realidad, que alcanzan de distintas formas a idealizar los factores que arrasan con el tejido humano. El cambio es impajaritable, resuena en la sociedad, puesto que de una u otra manera todos los hombres de una sociedad presienten la opresión impuesta por un régimen determinado. 
Pero, ¿Cuál es entonces el deber y responsabilidad de una persona con ansias de cambio? No tan confusa es la respuesta planteada por el antiguo destajador. En sus andantes reflexiones formuló un actuar con dulces fechorías; es Kenshin la viva imagen del profundo sentir inconforme del humano. Necesidad ve de calmar tan desesperante situación; no importa cómo, ni qué pasará con su paradójica vida, solo se preocupa por un bien amado, con suma grata repercusión en el entrañable Nipón. Sólo se ve interesado por la prosperidad de un futuro; es burdo para él anteponer su bienestar, pues sabe en su interior que su vida es un grano de arena frente a la inmensidad de un complejo humano, como se evidenciaba en la violenta era. 
Su sentir se convierte en un obstáculo para la misma nación, por esta razón deja atrás la felicidad que con arduo trabajo le tocó conseguir. Pobre de su amada Kaoru, quien al fin de cuentas es la que más sufre con tan dolorosa decisión. Sabía Kenshin el dolor provocado a la doncella, pero consciente estaba de la dura situación ocurrida. Renunció pues a su vida, no tenía más opción, el adiós era eminente. Su decisión era pues la renuncia a su felicidad, y más gravemente aún a su compromiso de no volver a derramar sangre, pues regresar a luchar por dichos ideales suponía devolverse a sus instintos más salvajes.
Supónese entonces que un guerrero de cambio está por cambiar la situación del medio. Conlleva a una responsabilidad de entrega total para la sociedad. La situación individual de cada cual no trasciende en el medio, pues el sujeto se encuentra allí porque de corazón siente la necesidad de buscar un bien mejor; es su deber, su sentido de la existencia; es como tal el amor al prójimo, desprendiéndose de todo hedonismo posible. El ser revolucionario según Himura implica el acto más bondadoso de todo hombre: dar su vida por los demás sin nada a cambio; no obstante, supone el fin de la integridad humana a final, pues en muchas ocasiones dicha iniciativa se convierte en un todo posible, inclusive llegando a obviar la dignidad del hombre, pues se convierte en un maquiavelismo, donde no importa sobre quien se imponga, solo es trascendente el ideal. Esta distorsión es lo que lo llevó a convertirse en un pasado un asesino.
Sin embargo, la responsabilidad de kenshin no se limita solamente con la sociedad. Desde que Kaoru lo acogió en su casa sin ningún problema se ve enfrentado a responderle a ella sobre su comportamiento, y más aún cuando le confiesa que no le importa su pasado, sino lo que es frente a ella: un vagabundo de nobles intenciones. La emoción de la escena es tan fuerte por tal motivo, puesto que supone el desprecio y la indiferencia del hidalgo; no hay un buen aprecio por los obras de Kaoru, quien en su interior está netamente enamorada de él pocos instantes después de conocer quién era realmente. Pero no todo es caos, en este sentido. Reconocía Kenshin en su interior las bondades de Kaoru, de cierta forma; la forma en cómo se despidió es muestra clara de lo anterior. Su despedida fue en el momento propicio, una noche de luciérnagas, añorado por ella desde que se conocieron, lo que a su vez le coloca un aderezo de sentimentalismo romántico. Incluyese también un abrazo símbolo de afecto superior, que visto dentro del concepto oriental era plenamente inconcebible; ese abrazo significó el enorme estado de felicidad que sintió por aparecer en su vida, palpó la felicidad por lo menos unos cuentos meses, suficientes para cambiar la concepción de su vida, pero aún así su deber lo llamaba. Este era pues el fin de su encuentro.
Con fuerte melancolía era esta actitud del vagabundo la misma propiciada por un joven cuando sale de su casa en búsqueda de un nuevo mundo, naciente por explorar. Representa Kaoru ese seno maternal que acoge fuertemente al humano desvalido, sin importar las duras condiciones que en su presencia se le encaran; es ella ese útero esperando a ser ocupado por una naciente vida, en el dicho caso es el joven espadachín con una nueva visión de la vida, renacido de las tinieblas que oprimían el desarrollo de una armoniosa vida. Era este pues un ser humano totalmente nuevo, optimista y pasajero, un bebé en el Meijí gobernante, acogido desde luego por una mujer de risueños. Por su puesto aguarda entonces un deber sin reniego, donde debe metafóricamente toda su existencia, pues como un ensueño, cada cual devuelve sus recibidos favores, y más aún de cuando maternidad se trata. Como tal el marcharse significa dejar atrás sus raíces más puras, aventurándose a lo que el destino le prepare; su amor siempre quedará ahí sin importar lo acontecimientos venideros, sin embargo debe cumplir con las leyes de la vida, y satisfacer su cometido con el llamado del Estado.
Pero esta no era la totalidad de la razón de su nefasta huída. Los seres humanos como Kenshin con un oscuro pasado, poseen en su interior un vertiginoso actuar; el ser inconcebible de tiempos remotos todavía aguarda en sus profundas entrañas. Es miedo lo que siente, porque sabe que en un tiempo determinado puede de su interior brotar el cruento asesino que infundió temor en los tiempos del Edo, pudiendo dar fin a todos sus queridos seres cercanos, dando a su vez muerte a todo lo logrado en su interna lucha. Es un medio de protección lo que sagazmente realizó, pues temía acercarse más a la bella kaoru, pues más dolor encontraría si le ocurriese algo. Es entonces el ser de espíritu cambiante un hombre reservado, que consciente está de las repercusiones que se pueden ocasionar por su flamante culpa en sus seres circundantes; es el dilema del erizo lo que siente, pues cada hombre percibe un dolor cada vez más agudo al acercase al corazón de las personas cercanas, acentuándose mayormente cuando se es consciente que quien verdaderamente entierra las púas es el mismo ser que siente el funesto temor.
¡No te vayas de mi vida!, es el profundo sentir de Kaoru, mas todo sería en vano si intentase detenerlo. Como mujer en una sociedad conservadora, el guardar sus réplicas es su acción más pura y prudente. Acata las normas lo mas pulcramente posible, pues es su deber como mujer callar frente a las adversidades. Detenerlo no es admisible, porque la decisión ya se ha tomada; es su responsabilidad y deber dejarlo escabullirse en su propio destino. El callar es eminente, la mujer con responsabilidad acepta sin oposición alguna, pues el deber como hombre es prioritario; aunque de su corazón broten mares de lágrimas.
En conclusión, del ostentoso y desconocido Nipón, la responsabilidad del ser revolucionario radicará, en especial, en la búsqueda de un bien por toda la comunidad. Un maquiavelismo inicialmente será; con tal de que la sociedad esté en su respectivo lugar. No importa ya el sentir personal, pues para la sociedad es mejor sacrificar una valerosa alma que un millar. Este es el palpar del ser con ansias de cambio, ya no importa su ser, pues solo contempla el optimista futuro, todo porque en su interior sentirá el candente amor por su sociedad. El lograrlo es lo esencial, interés poco hay en saber cómo se llegará. Lo importante es triunfar frente a la adversidad, el medio es sólo un estorbo más. Con dolor en el alma, la vida humana no trascenderá pues la lucha se impondrá frente a la rivalidad. Esto a fin de cuentas es el recital que en el romanticismo japonés se cantó, donde el ideal prevaleció frente al sufrimiento de todos los demás.
Pero este sentido de responsabilidad no termina acá, pues el revolucionario también sentirá un deber innato, palpado exclusivamente con aquellos que comparte relatividad. El amor será deber inicial, y corresponder a él la responsabilidad primordial. Aunque mucho cueste, la familiaridad indicará el tope culmen del clamor humano, pues a sólo ellos este personaje deberá devolver todos los dones recibidos de su hermosa relación. Y en especial debo anunciar a los desinteresados actos de la feminidad, con énfasis tal en los gestos de la maternidad, pues a sólo su madre un hombre asistirá cuando en cuestiones de debilidad se ha de encontrar. Necesaria no es identificar a mamá como el ser biológico que luz dio a cualquier ser humano, madre es cualquier ser que en disposición de amor y serenidad se somete a la protección de todo aquel ser inferior. Esta condición es lo que definirá la responsabilidad del revolucionario ser cuando se sublime a cualquier mujer, puesto que ella le propiciará, si existe el amor, todo el cuidado y afecto esencial que todo hombre reclama para la armonía de su desarrollo. 
No obstante, como deber tiene frente a la sociedad, el nido debe dejar, para así culminar con la ilustrante labor para el bien alcanzar.
  Bibliografía:
• "Rurouni Kenshin : Meiji Swordsman Romantic Story"; Nobuhiro Watsuki, dirigida por Kazuhiro Furuhashi, Studio Gallop, 1996
• "Rurouni Kenshin: Meiji Swordsman Romantic Story"; Nobuhiro Watsuki, dirigida por Kazuhiro Furuhashi, Studio Gallop, Capítulo 31 "A wish for requited"; 1996.
• http://en.wikipedia.org/wiki/Rurouni_Kenshin#Anime
• Libro: RYOTARO, S; "Rurouni Kenshin profiles"; Primera edición; San Francisco CA; Editorial Shonen Jump Viz Media; 2005.

Instrumentalización humana-Ensayo

Trabajo Filosofía Primer período décimo grado, Aspaen Gimnasio los Alcázares
Nombre: Sebastian Moreno Quimbay
Número: 24
Grupo: 10°A
Fecha: Marzo 10 de 2009
Ensayo:
La instrumentalización Humana en el sentido ético y consumista de la humanidad
Desde sus orígenes, la conducta humana ha enfrentado la posibilidad de ser digna o indigna, de ser humana o inhumana. Desde el surgimiento de la conciencia el hombre se ha visto de frente con su propia realidad, ha contemplado desde diversas perspectivas su esencia, y en un mayor rango, su existencia. Esta –la conciencia-le ha permitido darle a sí mismo una direccionalidad, contemplando el caso de que exista en su propio medio los conceptos del bien y del mal (lo cual San Agustín de Hipona reflexionó al respecto a través del maniqueísmo, la cual le pareció una doctrina que podía corresponder a la experiencia y proporcionar las hipótesis más adecuadas sobre las que construir un sistema filosófico y ético). ¿Qué son el bien y el mal?, ¿cuál es su relación con la denominada instrumentalización humana?, ¿qué es ella?, ¿cuál es nuestra relación con ella?. El bien y el mal supondrían en el hombre una condición trascendental en la naturaleza, pues junto con su conciencia, el hombre logró dar un paso que ningún otro ser existente ha podido cumplir desde que surgió la vida: el hombre con su razón y su habilidad instrumentalizadora logró darle significado a su comportamiento y a su misma existencia por medio de su redención a un ser superior al cual debe todo su haber y su poseer: lo Sacro , de manera universal, y Dios –en nuestro medio-.
Pero el problema esencial de la conducta humana es cuando el hombre define su comportamiento con sus semejantes. Esta relación con los demás y la sociedad es lo que le confiere a la llamada ética su caracterización trascendental sobre toda la humanidad, pues a pesar de comportarse bajo el designio de ser universal para todos los hombres, él mismo le va otorgando su esencia, de acuerdo con la divina dualidad del bien y del mal, y todo esto debido a que el hombre es el único ser en la naturaleza que por medio de la voluntad y su inteligencia es capaz de autodestruirse y de deteriorar en pequeña o en gran escala su género.
No se por qué ni de donde apareció la conciencia. Sólo se de ella, que nos hizo dar un paso fundamental en toda la existencia en general, pues supuso con su surgimiento el origen de la razón humana instrumental que le confirió al hombre la posibilidad de vanagloriarse y someter toda la naturaleza a sus pies, ya que por su voluntad e inteligencia naciente vió innecesario el tener que adaptarse a un medio específico, logrando así adquirir la capacidad de adaptar su medio circundante con un objetivo en común: su bienestar.
Pero en su andar por el mundo con su nueva y grandiosa característica se estrelló con una realidad inevitable y que, además mostraba una fuerte dependencia para su ansiado bien: la conducta del hombre que se distingue notablemente por ser libre, sin instintos animales, donde predomina el uso racional y volitivo. Es un hecho que dicha búsqueda por el comportamiento racional es algo universal en todos los asentamientos humanos. Griegos, egipcios, hindúes, entre otros idearon un estilo de conducta para su propia subsistencia, orientados en su mayoría para la protección del género humano; aunque es menester anunciar que cada cultura, en especial los gobernantes, de acuerdo a su conveniencia fue adaptando estos parámetros, lo que trajo como consecuencia el mismo deterioro de la humanidad. Más, ¿qué es el bien y el mal en la universalidad?
El bien, ese ansiado ente utópico es, como lo habría definido José Ramón Ayllón, “es en sentido objetivo, lo que perfecciona a un ser, lo que le conviene por naturaleza” , lo que supondría que es todo aquello que se encuentra en su natural armonía. Correspondería en el hombre a esa cualidad natural por la cual él actúa de acuerdo a unos parámetros estipulados por una ley natural universal que objetivamente rige a todos los hombres, sin importar las condiciones que le rodean, con el único fin de la armonía en la existencia humana. Pero en contraposición a él existe el mal, que es todo aquello que se opone directamente a la naturaleza del universo, y en si misma a la esencia primaria del hombre.  
Realidad es que el hombre libremente puede optar por cualquiera de los dos regímenes antagónicos; desde la antigüedad se ha juzgado (o por lo menos se ha tratado) a todos los humanos que han pisado la tierra, cada cual dependiendo de las circunstancias de la historia y su cultura (denominado bien dinámico), inclusive hoy día dicha práctica de juicio entre el bien y el mal es una de las problemáticas mas cuestionadas por todos los habitantes de una sociedad.
Con el creciente auge de la economía, el hombre ha intentado alcanzar un perfeccionamiento soñoliento, semejante a los ideales utópicos propuestos por Julio Verne o el mismo Carl Sagan, que definieron lo grandioso que puede ser el alma y la imaginación humana cuando trata de superarse a sí mismo en todos los obstáculos del quehacer diario. No podríamos considerar éticamente ilícito los ideales de superación del hombre, puesto que estos corresponden al insaciable espíritu emprendedor, de lucha y mejoramiento que le brinda día a día el magnífico sentido de su existencia, direccionalizando concretamente a la dignificación del hombre, es decir, a su humanización por medio de la búsqueda infinita de la felicidad, debido a que la proposición de metas e ilusiones es lo que hace que este magnífico ser se levante cada día con una aspiración que luego lo conducirá a su bienestar o al de la misma sociedad.
Pero a pesar de que esta infinita lucha dignifica al hombre en su ilustrante labor, en la actualidad, el surgimiento de la industria, de los medios de comunicación y de teorías políticas con base en un sistema económico, provocó uno de los mayores males en el concepto humano, trayendo consigo el deterioro de la humanidad. Anteriormente hablé sobre el hombre de razón instrumentalizadora, que transforma su medio circundante, adaptándolo según sus necesidades con el objetivo de tener una vida más provechosa en el áspero mundo en el que se encuentra. Surgió como consecuencia la economía, o el intercambio de bienes por bienes, lo cual tuvo su debida historia y educación. Con el auge de la industria, y a través de las inspiraciones marxistas pertinentes en el tema, se creó la concepción del trinomio producción-distribución y consumo, en la cual está fundamentado todo el pensamiento occidental, y en especial el modelo consumista americano que tanto males le ha propiciado a el mundo, conduciéndolo a una decadencia ambiental y humana, igual a la ocurrida en la civilización helénica.
Este estilo de vida provechosa, consumista y de carácter placentero, causó en el mundo un gran impacto, a demás de propiciar un caos netamente ecológico, de la cual todos somos mayormente responsables, existe un problema olvidado, que se disfraza, pero que en esencia oculta toda tragedia que un hombre puede vivir en referencia a su libertad, pues es el único ser que puede actuar con su inteligencia acorde a su voluntad. La instrumentalización humana es aquel problema planteado.
La instrumentalización del hombre es la inmersión del medio productivo en el género humano; en otros términos es la inclusión del hombre como objeto del hombre. Es convertir el haber y poseer humano en un medio productivo con fines exclusivamente individualistas y egoístas, y en la mayoría de casos con la intervención de la economía productiva de bienes, y de políticas subversivas en la definición de hombre, es decir, de proyecto con seres humanos para obtener un lucro específico.
Es interesante mencionar los diferentes argumentos como se plantea en la serie televisiva japonesa “Neon Genesis Evangelion”, la instrumentalización es la mecanización de todos los elementos que conforman al hombre, incluyendo sus capacidades físicas y cognitivas, siempre bajo la influencia del maquiavelismo: El fin justifica los medios, o en el ámbito de la misma, todo el sufrimiento de unos pocos es nada comparado con la salvación de la humanidad. En la serie se presenta el caso de unos jóvenes que deben sacrificar toda su vida y en especial su utópica felicidad, para la supervivencia de toda la humanidad; pero con el progreso de la serie se descubren elementos heréticos que demuestran que la finalidad de la instrumenalización no está en el bien común, sino en el de grupo de personas influenciadas por su candente deseo de tocar y convertirse en el ser más divino: Dios.
Aunque suene muy utópico, Evangelion toca un elemento muy preciso, muy cuestionado (que está intrínsecamente relacionado con la instrumentalización del hombre) el cual corresponde al complejo “Ayanami” (explicado en las experimentaciones humanas), como consecuencia de dicha mecanización. Como cuestiones éticas modernas es posible encontrar las experimentaciones con seres humanos, cuya única intención es la de convertir al ser humano como otro objeto cualquiera de la realidad, rechazándole totalmente la trascendencia de su ser (este es el tema central de serie).
La instrumentalización supone, pues, el límite de la conducta humana libre, con un estrecho vínculo con la degeneración de la ansiada libertad, debido a que ella contiene todos los problemas éticos básicos contemplados en la ley natural. Supone actos anti éticos como el no respeto a la vida (ya que no importa la vida de uno, sino la actividad laboral de un conjunto determinado de hombres); el olvido de la dignidad (el hombre es totalmente imprescindible para la industria, sólo es un objeto transformador utilizado para producir bienes); y la falta de consideración de la igualdad en el tejido humano, pues se da una completa jerarquización entre los distintos conformadores de la sociedad (la más clara, la división entre humano-instrumento y el humano monopolizador quien instrumentaliza a sus semejantes por un fin determinado).
No obstante, la instrumentalización no sólo hace exclusiva referencia el método de utilizar al hombre como otro medio productivo. En cierta medida todos y cada uno de los hombres se ven incluidos dentro del modelo instrumentalizador de los entes con poder dominante. Por los medios masivos de producción y de comunicación, el hombre se convierte en un objeto nada mas consumista del cual sacar un ostentoso lucro. Esta situación supone el fin de la libertad, de definir la propia esencia de cada individuo. Propone el fin a la vida humana desde una perspectiva “sartriana”, y en cierta medida “heidergianna” pues el hombre existirá pero no tendrá a la suficiente liberta para definir su esencia neta; lastimosamente, quien define nuestro ser hoy es esa sociedad maquiavélica. El hombre es una existencia que se define como proyecto, que será lo que libremente proyecte ser, pero ¿dónde está esa capacidad para dirigir el hermoso proyecto? Lamentablemente ya no es nosotros, sino en el medio imperialista.
El medio circundante ha influenciado de manera tal la existencia que ninguno de los hombres puede declarase a sí mismo feliz y/o libre. La razón de esto no es oculta ya que al mundo no tiene propuesto que sus habitantes alcancen sus objetivos de una manera rápida y concisa, pues esto significaría, en síntesis, el fin de la necesidad de consumir o de querer cada vez mas lo que no se tiene. El mundo moderno actúa metafóricamente como cárcel, donde solo libraremos muestro cuerpo y alma a través del simple ejercicio de apartarnos simbólicamente de las trabas del mundo moderno. Evangelion es conciso en este término, pues al final de la serie Shinji, el protagonista se ve inmerso en un gran dilema existencial, sólo desea ser feliz y libre, pero ni siquiera él puede definírselo a sí mismo, que es lo que realmente quiere. La libertad que tenía en mente, era totalmente contrario a lo impuesto por el universo, pidió por su libertad y se le otorgó de cierta manera con la cual él disgustado quedó completamente, pues en su interior el contemplaba una libertad impuesta por la sociedad humana, la cual implica estar aferrado a un suelo, y no en un espacio sin restricciones, como lo acontecido en la serie. Ocurrió lo mismo por su réplica a la felicidad; tenía en mente un día soleado para ser feliz, y ingeniosamente se le otorga un día con lluvia. El argumenta más válido en éste caso es: ¿es qué acaso no se puede ser feliz bajo la lluvia?
 Con lo anterior pretendo decir que el hombre mismo, además de la sociedad, es el único que pone trabas a su vida gracias a que subsiste en un medio netamente manipulante. El hombre mismo es el que debe buscar y nombrar por sí solo su felicidad, y en otra estancia su libertad, para que coherentemente su “existencia preceda a su esencia” y para así llevar a cabo una genuina vida conforma al ideal primario del mismo (la felicidad).
Las causa probables de la instrumentalización se pueden contemplar en las bases nihilistas de la sociedad, donde es posible apreciar un gran ambiente caracterizado por esa pérdida completa del sentido de la vida, que trae consigo el olvido progresivo del fundamento de la realidad y de la dignidad humana. En un caso concreto, es posible encerrar a Nietzche como el responsable de lo acontecido, pues gracias a él se incrustó en el sentir del hombre la necesidad de superación y domino de un individuo o en su caso sociedad, frente a un grupo humano. Muestra clara de esto fue la herencia que dejó a la humanidad de nombre Nazismo, uno de los ideales mas instrumentalizadores, pues se centraron especialmente en el dominio y adquisición de poder frente a sus semejantes, y en concreto, a los judíos, a quienes Nietzche también sentía malestar , mostrando en su famosa teoría del deber, donde coloca a éstos como un grupo esclavo que siempre gime por su libertad. 
Sin embargo, la mayor influencia de Nietzche frente a la problemática consiste en la declaración de muerte de Dios, con la cual aprobó, como dijo Dostoievski: “si Dios no existe, todo está permitido” , inculcando en el hombre un pensamiento liberalista donde ética y moral yacen en el vacío. Formuló más conciso esto en la teoría del “superhombre”, que es aquel hombre capaz de definir sus propias normas de conductas, inclusive declarándose a sí mismo superior a toda la existencia humana, provocando, como dije anteriormente, el olvido de la dignidad humana, pues a éste superhombre no le importa imponerse frente a los demás, debido a que hedonistamente se considera a sí mismo dios.
En conclusión, el origen de la conducta del hombre se ha fundamentado en el buen o mal uso de su libertad, en la permanente búsqueda de esta en cada individuo y de todos sus semejantes, pues desde el surgimiento de la conciencia este ser vió la necesidad de normatizarse para mantener un equilibrio en los comportamientos con sus semejantes y para consigo mismo, con el objetivo de la sana perpetuación de la especie. La permanente búsqueda de la felicidad es el hecho que le confiere el auténtico sentido a la existencia, pues el hombre libremente va definiendo su proyecto de esencia acorde a su necesidad primordial, en acuerdo con su libertad.  
La instrumentalización del hombre no es más que un eslabón de la cadena infinita en la búsqueda del bien del hombre, bien distorsionado que supone el fin de la trascendencia humana, pues es la inmersión del género humano en los procesos productivos de los medios políticos y económicos del mundo contemporáneo. Supone además la manipulación indirecta de todos los humanos con el propósito de convertirlos en la pieza clave de la economía, puesto que la sociedad consumista sólo se interesa en ver al hombre como un ente que compra y que consume; no ve las características trascendentales que se contemplan en él como un ser que se rige bajo unos parámetros para su sana convivencia, y en una mayoría de casos, sublemado hacia la presencia de un Dios ó santidad a la cual le debe su haber y su existencia existencia.
 
Bibliografía:
• AYLLÓN,J.R.;FERNANDEZ, A.; Ética ESO 4; Editorial Magisterio Casals; página 163, 2007.
• DOSTOIEVSKY, F. en AYLLÓN, J.R. Y FERNÁNDEZ, A.; Ética ESO 4; Editorial Casals; página 43; 2007.
• NEON GENESIS EVANGELION; Estudio Gainax en asociación con TV Tokyo, 1998.
• NIETZCHE, F. en AYLLÓN, J.R. Y FERNÁNDEZ, A.; Ética ESO 4; Editorial Casals; página 81; 2007.
• "SAN AGUSTÍN DE HIPONA." Microsoft® Student 2008 [DVD]. Microsoft Corporation, 2007. 
• SARTRE, J.P.”El existencialismo es un humanismo”; Editorial Edhasa; página 27; 2002.